La TFP Ecuatoriana felicita al nuevo embajador de Ecuador ante la Santa Sede

La Sociedad Ecuatoriana de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad -TFP- felicita al nuevo Embajador ante la Santa Sede, Don Edmundo Uribe Pérez, quien ha sido presidente de nuestra entidad, y hace votos a la Santísima Virgen para que bendiga su actividad diplomática en favor de Ecuador, como nación católica y consagrada al Sagrado Corazón de Jesús.

Solemnidad de la Asunción de la Virgen

¿A qué católico fervoroso no le gustaría presenciar, aunque fuese por breves momentos, los misteriosos y sublimes hechos sucedidos antes, durante y después de la Asunción de la Santísima Virgen al Cielo? Para saciar un poco esta curiosidad, el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira expone de una forma muy didáctica y atrayente algunas revelaciones privadas de Sor María de Ágreda al respecto de este misterio de la vida de María Santísima.

Concepto católico de libertad, igualdad y fraternidad

Es propio al ser humano tener, por naturaleza, tres tipos de actitudes: unas que él tiende a transformar en hábitos; otras, inclinadas a entregarse al dominio de lo que es lenta y sabiamente variable; y, por fin, unas terceras, ávidas de lo rápidamente mutable, de lo sorprendente y hasta de la aventura.

Junio, mes del Sagrado Corazón de Jesús

Los papas han recomendado insistentemente que la humanidad intensifique el culto que presta al Sagrado Corazón de Jesús, a fin de que, regenerado el hombre por la gracia de Dios, y comprendiendo que debe ser Dios el centro de sus afectos, pueda reinar nuevamente en el mundo aquella tranquilidad del orden, de la cual tanto más distantes estamos cuanto más el mundo se despeña hacia la anarquía.

Corpus Christi: gran lección de combatividad

Habiéndose debilitado el coraje de proclamar los dogmas, hubo una disminución de la Fe en incontables personas que se dicen católicas. La solemnidad de Corpus Christi nos enseña a ser cada vez más combativos por amor a Nuestra Señora y por adoración a la Sagrada Eucaristía.

Reflexiones durante la Semana Santa

La verdadera piedad debe impregnar toda el alma humana, y, por tanto, también debe despertar y estimular la emoción. Pero la piedad no es sólo emoción, y ni siquiera es principalmente emoción. La piedad brota de la inteligencia, seriamente formada por un cuidadoso de la doctrina cristiana, por un conocimiento exacto de nuestra Fe, y, por tanto, de las verdades que deben regir nuestra vida interior. La piedad reside también en la voluntad. Debemos querer seriamente el bien que conocemos. No nos basta, por ejemplo, saber que Dios es perfecto. Necesitamos amar la perfección de Dios, y, por tanto, debemos desear para nosotros algo de esa perfección: es el ansia de santidad.

El tumor carnavalesco y la guerra

Ciertos escritores, pretendiendo darse aires de profundos, psicólogos, filósofos o de cualquier otra cosa en que se les pueda fomentar el pedantismo y la superficialidad, suelen afirmar que durante la mascarada carnavalesca el hombre, “sacándose la máscara de los preconceptos y de las convenciones sociales”, muestra su verdadero rostro. Este ultra conocido lugar común y pretendida paradoja encuentra siempre, entre ciertas personas graves, acogida debido a los grandes oráculos.

El Miércoles de Ceniza en sus comienzos

Al inicio de la Cuaresma el cortejo de los pecadores entraba por el fondo de la iglesia rezando el «Miserere». No obstante sofocados interiormente por la culpa, se sentían al mismo tiempo alentados por la promesa del propio Juez.

La solución para el mundo es seguir el mensaje de Fátima

Que es mejor: ¿morir que ser rojo?, ¿o ser rojo y no morir? O sea, ¿es mejor entregarnos al comunismo y salvar nuestras vidas, evitando el bombardeo atómico?, o ¿es mejor que muramos y evitemos, de esta forma, ser comunistas?

Choque interno en la Iglesia

A finales de 1994, el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, al comentar un artículo del Padre Jim Galluzzo en el periódico norteamericano The Wanderer, hizo esta impresionante declaración: «Estamos presenciando el inicio de un trabajo metódico dentro de la Iglesia y en los demás sectores de la sociedad, no solo para promover la tolerancia, sino para legitimar la homosexualidad, lo que terminara por satisfacer los deseos del Parlamento Europeo, de que las uniones entre personas del mismo sexo sean reconocidas como capaces de producir los mismos efectos legales del matrimonio».